Mario Sierra Talaverano, discípulo de Humareda: “Me gusta pintar la Lima urbano-marginal”

Por Nivardo Córdova Salinas
Fotos: Archivo Mario Sierra Talaverano

“Humareda en su taller”, óleo de Mario Sierra Talaverano.

“Humareda en su taller”, óleo de Mario Sierra Talaverano.

Lo conoció en la habitación 283 del “Lima Hotel”, en La Parada, donde el pintor Humareda tuvo su casa-taller desde 1955 hasta su muerte. Mario Sierra Talaverano, trabajaba allí como ayudante de lavandería y terminó siendo no solo amigo sino uno de los más aplicados alumnos del genial pintor puneño. Este es su testimonio personal.

 

Mario Sierra Talaverano (1948) nació -”con el arte en la sangre”, nos dice- en el pintoresco pueblo de Uranmarca (Andahuaylas, Apurímac) en el seno de la familia que fundaron los esposos Jorge Sierra Cochachi y Narcisa Talaverano Quesada. Sus primeros recuerdos son los colores intensos del cielo, la gama policromada de la cordillera de los Andes, los trajes típicos y las máscaras festivas, En ese recuerdo, los arpegios de fondo parecen venir de un arpa sideral.
“Siempre me gustó dibujar. Nací con esa afición. Cuando recuerdo esa época siempre me veo a mí mismo dibujando en el colegio”. En la infancia lo enviaron de Uranmarca hacia el pueblo andahuaylino de Uripa donde se matriculó para estudiar la primaria en el Núcleo Campesino de Uripa. Allí ocurrió un incidente trágico que marcó su vida de artista autodidacto: “Por apoyar en las tareas de dibujo a una de mis compañeras, el profesor me expulsó del plantel”. La vida lo empezaba a golpear, mucho más que los heraldos negros del poema de Vallejo.

"La Parada II", por Mario Sierra Talaverano.

«La Parada II», por Mario Sierra Talaverano.

Pero no se amilanó ante ese episodio infeliz. Mario Sierra decidió viajar a Lima. Sin dinero en el bolsillo acomodó una alforja con alguna ropa, una frazada, queso, charqui y cancha. “Encontré un camionero que transportaba ganado y a condición de ayudarle con la carga me llevó hasta Huancayo. Viajé en el altillo del camión, cuidando a los animales”, recuerda Mario, mientras los ojos le brillan.
Desde la capital juninense, centro de las oleadas migratorias del siglo pasado hacia la capital peruana, se embarcó en un ómnibus con destino a la ciudad del río hablador. El bus recaló en La Victoria, que en ese entonces era -como lo sigue siendo hoy- un hervidero de ideas y pasiones, núcleo del comercio, sucursal del país de los sueños y los emprendedores. “¿Sabe usted qué? -me dice-. Recién llegado a Lima me sucedió un acontecimiento misterioso. Como yo debía ubicar a unos familiares, luego de bajar del ómnibus pregunté cómo llegar a Barrios Altos. Había unos taxistas que se peleaban por los pasajeros. Subí al vehículo con mi alforja, temeroso, junto con otros viajeros que conversaban, en medio de la bulla de los autos. Fui el último en bajar, pero cuando revisé mis pertenencias, noté que mi alforja me habían hecho el cambiazo”.

"Fiesta de las cruces", por Mario Sierra Talaverano.

«Fiesta de las cruces», por Mario Sierra Talaverano.

Al abrir la bolsa -que posiblemente un comerciante apurado cambió por casualidad- Mario encontró un tesoro. “En esa bolsa había mercadería y un pañuelo anudado. Lo abrí y encontré un montón de moneditas plateadas de nueve décimos y otras monedas doradas con la figura del sol”, nos cuenta. Llegó hasta Barrios Altos, a la casa de sus parientes. “Lo primero que hice fue saludarlos en quechua. Y les dije: me he encontrado estas monedas. Ellos me respondieron: No te preocupes, nosotros te las vamos a guardar”. Desde aquel día se quedó a vivir en la capital, alojado por sus parientes. De las monedas no volvió a saber nunca. Pero otro tesoro llegaría a su vida: su entrañable amistad con su maestro, el pintor Víctor Humareda Gallegos (Lampa, 1920 – Lima, 1986).
El primer trabajo de Mario Sierra en Lima fue como ayudante en un restaurante en la zona de Santo Cristo, Barrios Altos. Al cumplir los 18 años, luego de haber obtenido su boleta de inscripción militar, fue a buscar trabajo a La Parada, la meca del comercio mayorista del Perú. Corría el año 1965. Así llegó al ahora mítico Lima Hotel, donde vivía desde 1955 -casi como en un exilio personal- el artista puneño Víctor Humareda Gallegos, tras haber retornado de París.

"Danzantes de tijeras en pueblo joven", óleo de Mario Sierra.

«Danzantes de tijeras en pueblo joven», óleo de Mario Sierra.

El edificio del Lima Hotel -que ahora es una galería comercial- se encuentra en la cuadra veinticinco de la avenida 28 de Julio, esquina con Antonio Baso. La habitación número 283 fue la casa-taller de Humareda hasta su muerte. Contrariamente al mito que ha pintado este hotel como guarida de prostitutas y delincuentes, don Mario afirma que era un hospedaje decente frecuentado por comerciantes mayoristas que venían a realizar negocios con sus camiones a La Parada, preferentemente desde Arequipa, Cuzco, Huánuco, Huancayo, Chiclayo y Pucallpa. “Era un hotel de dos estrellas, con cuatrocientas camas y una enorme lavandería que funcionaba con máquinas a vapor, la más grande que he visto. También tenía agua caliente todo el día, bar, sala de lectura, teléfono y televisión. Había bastante movimiento. Yo empecé a trabajar doblando las sábanas”, precisa.
“Como el maestro era natural de Lampa, Puno, hablábamos en quechua y empezamos a forjar una amistad. Lo primero que me llamó la atención fue verlo pintar. Tenía el caballete instalado al pie de su cama. Un día vi al maestro solo; estaba pintando un arlequín, me acerqué y le dije: ¿Maestro, le puedo hacer unas preguntas? Por supuesto que sí, me dijo. Pasa”.

El pintor Víctor Humareda y su discípulo Mario Sierra. Foto: Hernan Schwartz

El pintor Víctor Humareda y su discípulo Mario Sierra en el Lima Hotel, en La Parada. Foto: Hernan Schwartz.

Mario, con el tiempo, se convirtió en asistente de Humareda, y le ayudaba a templar los lienzos en los bastidores e incluso lo ayudaba a manchar algunas telas. “Un día le hablé de mi intención de estudiar en la Escuela de Bellas Artes. El maestro Humareda me advirtió  que «muchos egresaban de allí y no ejercían su profesión» y que «mirando se aprende.» Con él aprendí la técnica. Uno de los temas que me enseñó a pintar eran los arlequines”, expresa.
La etapa de Humareda en el Lima Hotel, con sus lienzos expresionistas y su famoso “sillón de Sócrates”, son un periodo importante en su biografía y su leyenda. El pintor puneño gustaba de vestir sacos y sombreros “hongo” y “de tarro”, que le daban un aspecto extravagante. Solía pasear entre los comerciantes, conversar con las putas, idealizarlas y pintarlas, tal como lo hacía con la actriz Marilyn Monroe. Don Mario asegura que Humareda no tomaba alcohol.

Mario Sierra en el "Sillón de Socrates", Hotel Lima, La Parada. Foto: Luz María Bedoya.

Mario Sierra en el «Sillón de Socrates», Hotel Lima, La Parada. Foto: Luz María Bedoya.

“Como persona y como pintor, Humareda fue un hombre extraordinario. Siempre lo llevaré en mi corazón”, expresa Mario Sierra quien hoy suele pintar “paisajes urbano marginales de Lima, fiestas costumbristas y arlequines”. En 2005, en conmemoración de los 25 años de la muerte de Humareda, realizó la exposición “Matices”. Además ha publicado el libro “Humareda de colores y de noches” (1998), con prólogo del historiador Pablo Macera. Lo cierto es que Mario tiene también una gran pluma, con un estilo personalísimo, que le valió para publicar crónicas en el diario oficial El Peruano.

"Humareda de colores y de noches", valioso libro de Mario Sierra sobre el pintor Humareda.

«Humareda de colores y de noches», valioso libro de Mario Sierra sobre el pintor Humareda.

Sobre la obra plástica de Mario Sierra, el historiador Juan José Vega afirmó que “oscila entre el realismo y la mitología, recogiendo una palpitante visión del mundo andino, que no excluye algunos rincones de la pobreza india en la ciudad de Lima”. El crítico Jorge Bernuy escribió: “Su gran verdad está en el comentario y en la poesía ingenua de sus personajes. Actualmente trabaja en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Federico Villarreal.  Su casa taller está en el distrito de Santa Anita (Jr. Hurin Cusco 229, Urb. Andahuaylas, teléfono +51-999528135). Además, tiene un blog en Internet donde se puede apreciar su obra pictórica, literaria y periodística: http://mariosierratalaverano.blogspot.pe/ 
Mario Sierra se emociona al hablar de Humareda. “A veces sueño que estamos otra vez en su taller, entre arlequines. Yo creo que él no ha muerto. Humareda es patrimonio cultural del Perú”.
Antes de salir, le agradezco por brindar esta entrevista y me despido abrazándolo y ensayando mi incipiente quechua: Tupanansiskama (hasta la próxima). “Hasta pronto, runasimito”, me dice.

Retrato al carboncillo de Mario Sierra, dibujado por Humareda.

Retrato al carboncillo de Mario Sierra, dibujado por Humareda.

Victor Humareda y Mario Sierra, entrañables amigos.

Victor Humareda y Mario Sierra, entrañables amigos.

Cuadro de Mario Sierra Talaverano en la portada de la novela "Los ríos profundos" de José María Arguedas (Ed. Horizonte, Perú)

Cuadro de Mario Sierra Talaverano en la portada de la novela
«Los ríos profundos» de José María Arguedas (Ed. Horizonte, Perú)

4 comentarios en “Mario Sierra Talaverano, discípulo de Humareda: “Me gusta pintar la Lima urbano-marginal”

  1. Seguramente el único uranmarquino artista con tremendo talento para la pintura. Lamentablemente el 99% de los uranmarquinos me incluyo yo desconocen de su gran talento. Las autoridades pasaron y pasaron nunca dieron a conocer sobre este ilustre uranmarquino. Hace algun tiempo como modo de tributo la escuelita 54188 en la cuál estudio Don Mario llevaba su nombre. Digo llevaba la última vez que estuve en uranmarca ya no lo ví su nombre en la fachada de la escuela.

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